El Consejo de Ministros aprobaba ayer el Proyecto de Ley de apoyo a los Emprendedores, que ahora tendrá que tramitarse por procedimiento de urgencia en las Cortes Generales. Se trata de una promesa electoral del Partido Popular que contempla un amplio abanico de medidas, algunas largamente demandadas, como la del régimen especial de IVA que permitirá no ingresar el impuesto hasta cobrar la factura y que beneficiará a pymes y autónomos.
EL ADELANTADO ha buscado segovianos que en los últimos meses, sin esperar ayudas o incentivos de organismos públicos, y tampoco financiación por parte de los bancos, han creado empresas y empiezan a luchar por la supervivencia en tiempos de crisis.

Ruth Benito Martín es abogada, autónoma desde el año 1999, desde entonces ha trabajado en despachos con otros socios y ahora se ha decidido por emprender un camino en solitario. Explica que dos han sido los motivos: La organización del despacho, la forma de gestionarlo con sus propias ideas, y “porque era algo que quería hacer desde hace tiempo”.
Benito ha creado el primer despacho de Segovia dedicado al Derecho de la tecnología, la información y la comunicación (TIC), con el objetivo de trabajar para clientes de toda España. Después de hablar con sus socios, que han entendido su apuesta personal y de consultar con muchas personas, ha dado el paso definitivo. “A veces tienes las ideas claras pero necesitas recoger opiniones para saber si puede o no funcionar y, aún así, es arriesgado”, confiesa.
Dice que ha recibido mucho apoyo de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE), a la que pertenece, y habla maravillas del grupo de mentes maestras que funciona desde hace un par de meses en esta organización.
Cuenta Benito que abrir su propio despacho no ha supuesto una gran inversión. Encontró pronto un local a su gusto y calcula un coste de alrededor de 2.000 euros en mobiliario, ampliación de licencias, etc., aunque no parte de cero ya que disponía de equipos informáticos propios.
A partir de ahora confía en el amplio campo que se ha abierto en los últimos años en las TIC y explica que muchas empresas desconocen sus implicaciones legales.
Esta abogada sostiene que la crisis económica “para mí no es un condicionante, ni para bien ni para mal, tenía que haberlo hecho hace tiempo porque es un proyecto que me gusta desde siempre”. Por otro lado, reconoce que lo que más le ha costado “ha sido tener tiempo para analizar dónde estaba; te dejas llevar por la inercia del día a día hasta que piensas que con lo que estás haciendo no vas a conseguir lo que realmente quieres”.

Franquicia

El ejemplo de los hermanos Daniel y Alfredo Moreno, ambos por debajo de los 30 años, es diferente. El primero finalizó sus estudios de Informática y después de buscar trabajo por cuenta ajena y encontrar solo cosas temporales y muy puntuales decidió asociarse con su hermano menor y abrir un negocio relacionado con su formación. El proceso ha sido rápido. Optaron por una franquicia que les deja cierta libertad y dentro de un ámbito que conocen: ordenadores, telefonía móvil, tabletas, consumibles y, algo importante, servicio técnico y reparación. La financiación ha corrido a cargo de sus propios recursos y, eso sí, han contado con una bonificación en las cotizaciones a la Seguridad Social, dentro de las medidas dirigidas a jóvenes emprendedores. “De momento no podíamos pensar en si nos iban a conceder o no una subvención. Si el día de mañana conseguimos alguna ayuda, bienvenida sea”, explica Daniel
Para estos jóvenes emprendedores el reto “es sobrevivir” y para ello esperan irse ganando la confianza de los clientes “en un momento en el que todo el mundo mira mucho el dinero que va a gastarse, y sabemos que vamos a trabajar más en reparación que en venta”, añaden.
Sobrevivir, mantenerse e ir creciendo con el tiempo es el objetivo de Luis Besa —merkaprensa.com— un profesional de la información y la comunicación con amplia experiencia. “No montas una empresa porque hayas tenido una revelación y pienses ‘con esto me forro’, es un modus vivendi”. Este empresario cuarentón también se ha beneficiado de una de las posibilidades que la Seguridad Social ofrece a los parados que optan por el autoempleo. En este caso durante unos meses parte de las prestaciones por desempleo que le hubieran correspondido se convierten en abonos para la cotización al régimen de autónomos.
“Eso me permite facturar y trabajar con normalidad durante un tiempo”, comenta. “ Lo malo es que tienes que meterte en una sinergia que no controlas muy bien, especialmente en el trabajo comercial, de captación de clientes”. Besa tiene a su favor una trayectoria “una experiencia profesional conocida que me facilita la aproximación a los potenciales clientes”.
Sobre la inversión, afirma de forma muy elocuente que “ni se me ha ocurrido poner un pie en un banco para solicitar un crédito”. Mejor le parece solicitar alguna ayuda para emprendedores —cita, por ejemplo, una línea creada por la Diputación Provincial—, aunque recalca que “si llega, bien pero es una temeridad crear una empresa contando con una posible subvención”.
Este empresario considera que en este momento “lo importante es la innovación, que puedas aportar algo que no está en el mercado, o bien por el precio o porque hay un hueco que todavía no se ha ocupado”. De momento, afirma que “la experiencia está siendo muy buena” aunque luego matiza “me permite ir aguantando el tirón. Son lentejas; es decir, me gustaría que me contratara un medio poderoso y me pagase un montón pero a mis años esa posibilidad es casi inexistente”.
Roberto Íñigo Docando y Sergio Enríquez Minguela son ContPla, una empresa de control de plagas. Nació como comunidad de bienes a principios de este año después de que sus responsables coincidieran en otra empresa como trabajadores por cuenta ajena y tras 22 y 12 años de experiencia en el sector. Cuentan que tenían dos opciones: Ir al paro y cobrar la prestación hasta agotarla o arriesgar el pago único de esas prestaciones para invertirlo “en algo que conocíamos”.